¿El fin del correo electrónico?

Javier Gallego

¿Avanzamos hacia el final del correo electrónico? Si atendemos a los datos disponibles, no parece que sea ése el futuro inmediato. El último informe “La Sociedad en Red” de la ONTSI aseguraba que el 91,3% de las pymes y las grandes empresas utiliza internet como plataforma de comunicación, con el email a la cabeza, sólo por detrás de la búsqueda de información (96,8%) y el acceso a servicios bancarios y financieros (91,5%). Frente a este escenario, la mensajería instantánea y las plataformas de gestión de equipos van ganando terreno, pero ¿acabarán con el email?

En primer lugar, es necesario hacer una diferenciación entre el uso del correo electrónico en una empresa de manera interna y su uso externo. Cada vez más, la implantación de sistemas de colaboración y mensajería instantánea se ven como opciones viables en las organizaciones para la comunicación entre grupos de trabajo. Su implantación permite reducir e incluso eliminar esos hilos de correo eternos que se podrían reducir a repositorios de contenido bajo formato de chat.

Por otro lado, sin embargo, parece complicado acabar con el correo como canal de comunicación con personas ajenas a la empresa. Desde un punto de vista práctico y a corto plazo, resulta difícil que distintas compañías converjan en un mismo sistema de comunicación que ofrezca las opciones que ahora mismo proporciona el correo electrónico. Hoy por hoy, lo consideramos un estándar universalmente válido.

Los datos revelan que, a pesar de que en el plano personal la mensajería instantánea ha superado por primera vez al correo, sin embargo seguimos prefiriendo este último sistema para el entorno laboral. Así lo revela un informe de IAB Spain en el que se indica que aproximadamente el 70% de los usuarios de smartphones accede a su correo electrónico a diario, lo que supone un aumento del 35% con respecto al año 2012.

Tanto los usuarios como sus costumbres han terminado por delimitar los ámbitos tanto para la mensajería instantánea como para el correo electrónico. El primero es el rey en cuanto a comunicación con el entorno más cercano: amigos, familia, conocidos. Por su parte, el segundo sigue siendo imprescindible para usos laborales. A la postre, los dos continúan conviviendo sin problema entre sí, aunque aún estemos buscando un mecanismo que sea capaz de optimizar el envío y recepción de mensajes.

Sin embargo, empezamos a ver señales que anticipan un cambio. Para empezar, no debemos obviar que la mensajería instantánea ha abierto nuevas posibilidades en la mejora de procesos dentro las empresas. En lugar de cruzar correos y más correos entre sí, los trabajadores pueden comunicarse mediante entornos sociales que faciliten el desempeño de sus funciones en equipo agilizando el intercambio de información, convirtiéndola en un recurso común almacenable e indexable y aliviando el peso de los buzones de entrada.

Además, se están haciendo esfuerzos notables por desarrollar entornos que lleven el correo electrónico a una nueva etapa. El más reciente promete ser Inbox, la solución más novedosa de Google pensada para mejorar el desempeño del correo electrónico e integrarlo de forma inteligente con el resto de aplicaciones de la compañía, incluida Google+. El valor añadido de Inbox, que por ahora sólo puede disfrutarse por invitación, es su capacidad para ordenar, de manera automática, los correos electrónicos, poniendo el foco en su contenido y no en su formato.

En uno y otro caso, es necesario que las empresas cuenten con infraestructuras de acceso a internet de calidad, con anchos de banda simétricos que aporten agilidad, disponibilidad y seguridad. Ésa es la misión de los que trabajamos en el desarrollo de este tipo de entornos: no tanto apostar por una herramienta determinada como propiciar el desarrollo de las mejores soluciones, ya sea para pequeñas como para medianas y grandes empresas.

 

Javier Gallego

Director de Servicios IT para el Sur de Europa

Colt